El colibrí

Colibrí Berilo. Foto tomada por Fernando Ortiz Lachica. Instagram: @dr_tirzo

Un día hace algún tiempo, que no recuerdo cuando fue, me desperté sin muchas ganas de ir a la universidad. Les juro que no fue ayer. Como estudiante responsable, opté por tomar el camión a las 10 de la mañana como todos los días…y bajarme a la mitad del camino para ir a alguna plaza. Mi plan era muy simple, leer un libro, comprar un helado y pasear por un par de tiendas a ver que encontraba que me pudiera distraer un poco del estrés de los proyectos y exámenes de medio semestre.

Así que ahí estaba yo, bajándome del camión una docena de paradas antes de la facultad. Al salir de mi casa había olvidado mis gafas en el comedor, y por el sol procuraba mantener la mirad baja. A punto de entrar a la plaza noté una pequeña figura verde brillante en el suelo. Era un colibrí con las alas abiertas y panza arriba. No es raro ver animales muertos en la ciudad; perros, gatos, palomas y hasta ratas; generalmente procuro mantener mi distancia por el olor y para evitar contagiarme de alguna enfermedad. No sé si fueron las plumas que por el sol brillaban demasiado o el hecho de que siempre haya tenido debilidad por los colibrís, pero me agaché en seguida junto a él para verlo más cerca. Estaba respirando.

Enseguida entendí. El pobre animalito estaba insolado. Por la manera en que me había puesto en cuclillas junto a él, ahora al menos tenía un poco de sombra. Durante un minuto lo observé, pero más allá de la respiración no notaba ningún otro tipo de movimiento, ni siquiera un espasmo de alguna de sus alas. Tomé un lápiz de mi bolsillo y lo toqué con el lado de la goma para ver si reaccionaba. El colibrí no hizo más que contraer débilmente una de sus patas como si intentara alcanzar algo. Con los ojos cerrados como los tenía, parecía más estar sufriendo que estar durmiendo.

Hice lo que probablemente cualquiera hubiera echo y lo recogí. De haberse quedado ahí, probablemente hubiera muerto de insolación o alguien lo hubiera aplastado. Nadie quiere ser el que aplaste un colibrí en la calle. Lo coloqué en la palma de mi mano y lo abracé con la otra para que no se cayera. Era realmente pequeño. Entré a la plaza. Me dirigí a un pequeño puesto de dulces y pagué por un néctar de mango que convenientemente venía con un popote. Había poca gente a esa hora así que encontré fácilmente un asiento vacío en el área de comedor. Como el pequeño colibrí no se movía más allá de su pesada respiración, lo coloqué sobre la mesa. Tan pronto me senté y dejé mi mochila cuidadosamente en otra silla, abrí el jugo.

No me había detenido a pensar como se le da de beber a un alguien inanimado. Me imaginé a mi mismo insolado e inconsciente y de pronto a alguien echándome agua en la cara para intentar reanimarme. Supuse que lo más que podía hacer por el momento es humedecer un poco su pico y esperar a que con la sombra bajara un poco su insolación. No pasaron ni 5 minutos cuando el colibrí comenzó a abrir lentamente los ojos y a esponjar sus plumas. También comenzó a respirar más rápido. Claramente estaba asustado. El hecho de que yo en reacción haya colocado mis manos alrededor de él para evitar que se cayera de la mesa no ayudó a calmarlo.

Decidí colocarlo de nuevo sobre mi palma izquierda y abrazarlo suavemente con los dedos para intentar darle el jugo. Se sentó tímidamente sobre mi mano y me miró con un ojo. Sumergí un extremo del popote en el jugo y tapé con un dedo el otro extremo para sostener una pequeña cantidad de líquido dentro del tubo. Lentamente acerqué el popote hacia su pico mientras volvía a abrazarlo con los dedos para que no intentara alejarse.

El colibrí no hizo nada. Tan solo continuó respirando pesadamente. No sabía si me estaba observándome a mi o al popote a menos de un centímetro de su pico, pero parecía no importarle en lo más mínimo. Me recordó a mi mismo momentos después de despertar de una siesta un poco muy larga mirando a una esquina del cuarto sin saber realmente que es lo que estoy viendo, o quien soy, o por qué demonios sigo soñando con los ojos abiertos; como en las clases de las 8 am. No sé realmente como funciona la mente de un ave, pero me imaginé que la sensación de confusión abrumadora sería aun peor los momentos inmediatos a una insolación.

Decidí soltar una gota sobre su pico, esperando que algún reflejo lo hiciera intentar beber lo escurrido. Me dí cuenta que no tenía idea de cómo ni cuánto bebía un colibrí. La mayor parte del jugo se había caído, pero su pico estaba más humedecido. Supuse que ahora estaría mejor, así que decidí dejarlo en paz un poco y dejé que continuara recuperándose sobre mi palma.

Cada vez se veía más animado. Comenzaba a respirar mas lento y mover más su cabeza. Me veía con un ojo, luego con el otro. Sentía sus patas moverse suavemente contra mi piel, como si intentara cambiar a una posición más cómoda, pero ningún indicio de querer volar. Un par de niños curiosos se acercaron para ver qué es lo que tenía entre las manos. Les conté que lo había encontrado afuera de la plaza en el suelo bajo el sol. Me preguntaron si podían tocarlo. Me sentí un poco mal al negárselos, pero no quería molestarlo demasiado y arriesgarme a que lo lastimaran. En su lugar les permití que se acercaran para verlo mejor ¿Cada cuánto tiene uno la oportunidad de admirar tan de cerca a un animal tan maravilloso? Ninguna foto del National Geographic se puede comparar con tú ver con tus propios ojos a alguna de esas criaturas tan extraordinarias. Los colores verdes tan brillantes, degradados turquesas, plateados, un rojo por aquí y por allá. Era increíblemente pequeño.

Después de un rato regresaron a su mesa a darle una mordida a su hamburguesa y luego al área de juegos, con la energía de quien no lucha por comer, encontrar sombra y sobrevivir. Me pregunté que edad tendría el colibrí y cuando fue la última vez que vio a su madre; la última vez que sintió el calor de un nido y probó un bocado regurgitado sin tener que hacer él nada…¿o ella? “Vaya que somos unos consentidos” Pensé. “Nuestras vidas son tan diferentes y sin embargo aquí estamos”.

Ahora que reflexiono sobre ese momento hace algún tiempo que les juro no fue ayer, no puedo evitar reírme. Toda vida es efímera. Unas más que otras, es cierto. Todos los seres vivos somos increíblemente pequeños. Unos más que otros, es cierto. Pero aquel colibrí hoy ya no me parece tan pequeño. Tal vez yo soy el pequeño y eso no me molesta. A veces no es tan malo ser un poco intrascendente. Uno mira a las montañas, al mar, a las estrellas y le da tranquilidad pensar que hay entes mas grandes, que todo acaba. A veces inminente, a veces súbitamente. Así como acabó mi encuentro no tan efímero con aquel colibrí no tan pequeño, que de repente abrió sus alas y se levantó en vuelo.

Carta a un rompimiento tardío

Perdón. Perdón por no haber sido eso que tú necesitabas. Por querer cambiar lo que eras. Perdón por ser quien fui para ti y no quien pude haber sido. Perdón por consentirte solo a ratos y por haber sido tan exigente en otros. Perdón por haberte dicho que no había cosa más bella cuando no eres la única a quien se lo he dicho, y probablemente no seas la última. Perdón por todo lo que no te puedo pedir perdón.

Perdón por lo último que te dije. Estaba tan lleno de resentimiento que olvidé suavizar mis palabras. Quería que fueran hirientes, que sintieras aunque sea un poco lo herido que me sentía. Ahora me doy cuenta que probablemente muchas cosas que te he dicho antes han sido hirientes sin darme cuenta. Así que perdón también por todas las veces que hable contigo durante nuestro tiempo juntos para decirte algo que no fuera recordarte lo maravillosa que eres. Tal vez tendría que pedirte perdón también por todos los años desde que nos conocimos.

Quiero que sepas que cada cosa que hice por ti, por mi y por nosotros fue con buenas intenciones. Ahora veo que fallé. Quiero prometerte que no volveré a suavizar mis comentarios, aunque probablemente sean los últimos. Tampoco trataré de que sean hirientes, tan solo que sean sinceros. Y no lo hago por ti, porque sé que no necesitas que haga nada por ti. Eso ya me lo dejaste claro. Lo haré por mi.

Aunque me lo hayas negado, no tengo la intención de quedarme con las ganas de decirte lo que no me permitiste decirte de frente. Perdón por no poder perdonarte la manera en que terminaste conmigo. Claramente somos muy distintos. Tuvimos que haber partido como empezamos. Conversando de frente sobre qué es lo que queríamos para nuestro futuro. Pero me negaste eso. Me negaste una explicación real y me negaste la oportunidad de dejarte ir con tranquilidad. Perdón por no poder perdonarte eso. Tal vez sea eso lo único que tengo para reprocharte.

Gracias por tu tiempo. Por las cientos de horas que pasamos juntos. Gracias por cada uno de los momentos, los buenos y los no tan buenos. Gracias por todos los desvelos y por tantos besos. Gracias por tantas muestras de cariño, aunque en este momento dude de la sinceridad de algunas de ellas. Aprendí mucho contigo y aprendí mucho por ti. Desde que me enteré de tu decisión sabía que era la correcta. Así que por eso también te doy las gracias, por haber sido más valiente que yo. Ojalá un día cambies de opinión y me des la oportunidad de decirte adiós a los ojos. Tus ojos bellos y tristes que me dejaron tantas veces ver dentro tuyo, aunque no tan profundo como me hubiera gustado.

La persona que escribió esa primera carta hace algunos años está perdida para siempre. Un día la persona que está escribiendo esta también desaparecerá y probablemente tú también. Ahora me voy. Me iré a encontrar a esa persona que quiero ser. Esa persona que puedo ser ahora que no estoy contigo. Ojalá un día tú encuentres a esa persona que quieres ser, o al menos sepas dónde encontrarla. Hasta pronto. Espero que la próxima vez que te encuentre no te odie ni te ame tanto.

Korra y la Leyenda de la Legitimidad de las Instituciones

Tal vez la mayoría de los adultos jóvenes reconozcan la serie animada “Avatar: El Último Maestro Aire”, o como fue traduida en Latinoamérica “Avatar: La Leyenda de Aang”, que fué emitida entre el 2005 y el 2008 por Nikelodeon y se convirtió rápidamente en un éxito mundial. En ella nos relatan las aventuras de Aang, un pequeño muchacho muy carismático que junto a un grupo de amigos se ven envueltos en una guerra con poderes sobrenaturales. En principio es una sinopsis que claramente puede apelar facilmente a la demografía de Nikelodeon. Pero “La Leyenda de Aang” no solo fue una serie exitosa en Estados Unidos entre niños y niñas de 7 a 12 años, a quienes estaba dirigida la historia, sino que se convirtió en una de las series animadas más exitosas a nivel mundial, aclamada por jóvenes de todo el mundo. Es una serie que ha envejecido como chayanne y el vino tinto, que aquellos niños que tuvieron la oportunidad de verla en su momento hoy pueden redescubrirla y volverla a disfritutar incluso más, gracias a esos temas secundarios que probablemente como adultos jóvenes pueden apreciar mucho más. Hoy en día sigue siendo relevante y Netflix estrenará el proximo año una versión Live Action, ahora que están de moda.

Pero probablemente pocas personas conozcan la secuela de esta famosísima serie “Avatar: La Leyenda de Korra” que se emitió entre el 2012 y el 2016. Una serie que intentó dirigirse a la demografía que derivaría de quienes vieron la serie original, o sea, adolescentes y adultos jóvenes de todo el mundo. Es esta serie y el fracaso que representó para Nikelodeon lo que me llevó al tema de lo que tratará este Blog.

Avatar Aang (12 años, izquierda) y Avatar Korra (16 años, derecha)

Aire. Agua. Tierra. Fuego. La premisa de la Leyenda de Aang es muy simple. El mundo de Avatar es un mundo fantástico donde existen personas con la capacidad de controlar los elementos e incluso, para facilidad de la narrativa, este control esta dividido geográficamente y asociado a una cultura existente. 4 diferentes artes marciales del mundo real de 4 zonas geográficas de la china real rigen el control de cada uno de los elementos. Estos elementos dividen al mundo de Avatar en 4 Naciones, que de nuevo para facilidad de la narrativa, no tienen una estructura compleja, sino que están conformadas por asentamientos mayormente pacíficos distribuidos por el continente, mas o menos como lo fué en la China Antigua Real.

Pero todo cambió cuando la nación del fuego atacó.

En este mundo donde existía cierta oportunidad para el conflicto existía tambien una medida contra este. El ávatar es una persona que reencarna eternamente y cuya misión es mantener la paz de las cuatro naciones a traves de su habilidad única de controlar los 4 elementos. En la primera serie, Aang es un niño de 12 (que pasó 100 años dormido ongelado en un iceberg, así que tecnicamente tiene 112 años) que despierta en medio de una guerra de expansión imperialista iniciada por la Nación del Fuego. Cuando despierta se da cuenta que su cultura ha sido casi exterminada por la guerra dejándolo a él como el último maestro Aire. Pero además, Aang descubre que es el Avatar y tendrá que embarcarse en un viaje con dos hermanos de la tribu del agua huyendo de la Nación del Fuego y aprendiendo a controlar los 4 elementos para poder detener la guerra antes de que sea demasiado tarde.

Dentro de la simpleza de la narrativa los creadores encontraron lugar para abordar ciertos temas sociales que le hicieron ser una de las series infantiles más aclamada por la crítica. Las enseñanzas del Tio Iroh. La redención de Zuko. La propaganda de Ba Sing Se. Katara como ícono feminista. Toph como modelo de inclusión para las personas con discapacidad. Entre otros. Pero ninguno de estos temas es complejo, y en realidad puede resultar hasta aburrido para aquellos que estudian sociales.

Aang a Katara, Libro 3, capítulo 16.

Luego llegó La leyenda de Korra.

La serie comienza 75 años despúes del final de la primera. Korra, La nueva Avatar, tiene 16 años comezando la serie, lo cual nos da los primeros indicios de como la demografía de la serie cambió. No hay que olvidar que Azula, la villana con mayor caracterización de la serie original apenas era una niña de 14 años. Esta nueva Avatar es una joven impulsiva de sangre caliente que no tiene problema en dominar los diferentes elementos y que no se encuentra en medio de ninguna guerra a gran escala. La historia se desarrolla mayormente en Ciudad República, la nueva capital económica de las cuatro naciones fundada por el mismísimo Aang en lo que se asemeja bastante al nueva york de los años 20. Primer indicio de la americanización de la serie.

¿Pero qué tiene que ver la leyenda de Korra con la legitimidad de las instituciones?

Bueno. La leyeda de Korra aborda temás sociales y políticos mucho más complejos que la serie original y que por consiguiente un adolescente no tendría la capacidad de discernir.  Como resultado, los aborda de muy mala manera. En pocas palabras, la serie tiene un lente bastante norteamericano para criticar los distintos temas sociales que tratan en cada una de las 4 temporadas.

Socialismo. Ambientalismo. Anarquismo. Fascismo. Todos estos fueron temas que llamaron mi atención como joven de 18 años con intereses en la crítica social cuando comencé a ver la serie. No fue hasta mucho después que investigue apropiadamente acerca de todos ellos como sistemas políticos y sociales, y que incluso me inscribí a una carrera social, que pude identificar donde la serie se equivocó.

La legitimidad de las instituciones es un discurso político que utiliza Noam Chomsky, un anarquista que en nada se parece al anarquismo retratado en La leyenda de Korra y un discurso que utilizaré para criticar el falso heroísmo hollywoodense de la Leyenda de Korra.

Chomsky nos dice que el anarquismo, es una tendencia humana a questionar la legitimidad de una institución. Y cuando esta falla en demostrar esta legitimidad, debería ser desmantelada, y reconstruida desde abajo. Este desmantelamiento  y reconstrucción se le conoce como Deconstrucción. Está muy en boga en estos días en la cultura pop. La serie nos retrata el anarquismo como la ausencia de poder y por consiguiente al caos como orden natural en una busqueda de crear un distopia voluntaria. Nada más alejado de la realidad.

En cada una de las temporadas de Korra, un movimiento social cuestionaba la legitimidad de las instituciones que regían este nuevo mundo de Avatar, un mundo muy gringo creado por Aang en la posguerra (ugh Nickelodeon), y cada temporada cometían alguna acción tiránica que demeritaba la legitimidad del mismo movimiento. Un método muy usado en los últimos años para el desarrollo de los villanos. Tan solo hay que voltear a ver a Thanos, Bane, Stain, Light, Syndrome, Daenearys, etc.

Pero pareciera que nunca volteamos a ver si el cuestionamiento fue contestado. Como si los argumentos para justificar a la institución (que además es la institución democrática occidental) fuese “Tal vez no seré legítimo, pero tu fin no justifica tus medios”. Nunca le dieron la oportunidad a ninguno de los cuatro movimientos a tener un lider que no fuera un completo imbecil.

Y pues eso me encargaré de hacer. En la continuación de este ensayo, cuestionaremos la legitimidad, no solo del sistema “democrático” creado por Aang, sino tambien de cada uno de los movimientos antagónicos representados en la serie de Korra.

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